Curso Comunicación efectiva y Superación personal. Capítulo 2.

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Independientemente de que su origen último sea latino o griego, la palabra latina persona proviene del teatro. Significaba hace 2 500 años el disfraz del actor, y luego, por una fácil metonimia, el personaje correspondiente. Ahora ha llegado a ser uno de los términos clave en las ciencias humanas y en la actividad política.
Podemos, decir que persona es “ser en relación”.
Las grandes experiencias de la vida transcurren con otros o en relación a otros. Pensemos en nuestros ratos de bienestar y en los de malestar; en nuestras alegrías familiares, en nuestras amistades, desilusiones; en los lutos, triunfos, preocupaciones, planes y proyectos. Casi invariablemente encontraremos con nosotros a otros en cercana referencia.
De tal manera estamos hechos para la comunicación, que literalmente no podemos no comunicarnos.
las ciencias psicológicas atestiguan que en todos los niveles, superficiales y profundos, los adultos reflejamos las influencias tempranas; que si es cierto que heredamos de la célula primera y de sus genes un temperamento, nuestro carácter, al contrario, es resultado de la cadena de experiencias en los intercambios incesantes y densos con nuestro medio. Es decir, en buena parte somos nuestro medio, somos nuestras relaciones, somos la comunicación del hogar de nuestra infancia
HERENCIA
BIOLÓGICA
MEDIO
AUTODETERMINACIÓN
PERSONALIDAD
La psicología llamada humanista o espiritualista reconoce un tercer factor: las decisiones personales, fruto del libre albedrío. La psicología materialista y determinista, en cambio, afirma que la personalidad es producto únicamente de los dos primeros factores. No nos toca aquí meternos en cuestiones filosóficas, y en esto cada participante aténgase a sus convicciones.
PERSONALIDAD
LA GRAN TAREA DE LA CONSTRUCCIÓN DE NUESTRA PERSONALIDAD SE PLANTEA, PUES, EN LA APERTURA HACIA NUESTROS SEMEJANTES.
Pero ya anticipamos una situación que propicia las actitudes favorables a la comunicación interpersonal: en ella no rige la ley que rige en el intercambio de cosas naturales. Si doy a alguien 1 000 pesos o tres kg de chocolates, me quedo sin los 1 000 pesos o sin los chocolates. Pero si doy instrucción, afecto, confianza, esperanza y amor, lejos de empobrecerme, me enriquezco yo —el donante— al mismo tiempo que se enriquece el destinatario. Estos bienes, lejos de agotarse, se multiplican y se afirman al darlos a otros.
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